Tuesday, November 7, 2017

Nisttahuz y el humor

JUAN MARCELO COLUMBA FERNÁNDEZ

“El humor en la literatura” fue el tema escogido para la cuarta sesión de “Opus”, café filosófico paceño, inspirado y auspiciado por el Colegio Abierto de Filosofía de Santa Cruz de la Sierra. En esa oportunidad el escritor Jaime Nisttahuz, nos acercó a la fabulación humorística literaria mediante el uso creativo y desenfadado de la palabra.

El editor de la revista “Trasluz”, excepcional publicación literaria dirigida en los años 70 junto a  Manuel Vargas y René Bascopé, inició el distendido coloquio señalando la importancia del humor como fundamento vital y como mecanismo que da sentido a nuestras vidas. “El humor es como la libertad, no se condiciona. Él quiere burlarse de todo, sobre todo de la solemnidad… ¡Es un dinamitazo a la solemnidad!” señalaba jovialmente el aforista.

Durante el diálogo con el entusiasta público el interés giró en torno a la escritura del humor. Aspecto nada evidente si consideramos que el hombre de letras, privado de la expresividad propia a la oralidad, debe apelar a su ingenio y su habilidad con la pluma – diríamos hoy, teclado – para provocar la risa de los lectores. Una escritura que, a decir de Nisttahuz, sufre a menudo una infravaloración en el empampirolado ámbito literario criollo.

El desenfadado vate señaló también que la escritura del humor podía ser concebida como un mecanismo de defensa ante la hipocresía en el mundo. “¡El humorista es un anarquista!” subrayaba Nistthauz, para dar cuenta de la disconformidad y la lucha cotidiana que enfrenta este subversivo personaje contra sus archienemigos: la hipocresía y la solemnidad tan características de nuestras bienpensantes y pseudo-revolucionarias sociedades.

Para finalizar su intervención, Nisttahuz compartió con los presentes el siguiente fragmento de su novela “Barriomundo”; un texto que retrata la jovial rebeldía y arte fabulador del incomparable escritor: “Y  qué otros pecados más tienes/ [preguntaba el cura al niño] /La otra noche escuché a mis padres en el cuarto del lado /Qué hacían, qué hacían /No por ahí, no por ahí, decía mi madre /Y tu padre… /No importa, la vida es corta /Y tu madre… /Viejo mañudo. Hacían crujir el catre. Mi padre repetía: Qué rico tarro, qué rico tarro. Como si estuvieran comiendo mermelada /Qué decía tu madre… /Ay, tía, no tan de golpe / ¿También estaba tu tía? /No, ya había muerto. Su fantasma quizá. Creo que le gustaba la mermelada.”
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* Lingüista
glossae.wordpress.com, 06/11/2017


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